La ceremonia del Anillo

La ceremonia del anillo.

Mi mujer me comentó que los hombres se fijan mucho en si las mujeres llevan anillo de casadas o no. Yo personalmente pienso que no, porque por ejemplo, he entrado hace poco en un colectivo con muchas mujeres, y muy guapas, por cierto, y sería incapaz de decir ni una que llevara o no anillo. Yo personalmente no lo he observado nunca, pero posiblemente es porque no estoy buscando a ninguna mujer, porque la única que hace que me levante con una erección por la mañana o a media noche es ella, y la tengo en casa.

Así que esta es la ceremonia sobre este asunto. Y de paso servirá para saber quien lleva razón. (y mucho me temo que como casi siempre será ella, aunque esta vez incluso me guste que sea así, jajaja).

Llegamos después de comer del viernes al hotel de lujo. Veníamos directamente después de comer, así que llegábamos a buena hora para descansar. Mi mujer al llegar me aclaró que íbamos a hacer la ceremonia del anillo. Un ritual de celebración inventado por nosotros donde el significado lo es todo. La habitación era una suite bastante amplia con salón privado. Me ordenó que esperara allí desnudo y con una pajarita porque era una celebración. También que dejara en la mesilla unos 5-10 euros. (pensé que era muy poco), pero no tenía ni idea de para que era.

Ella entró en la habitación y cerró la puerta tras de si. Pasaron los minutos. Tensa espera para mi, pero obedecí sus ordenes y allí me encontraba delante de la puerta, como el que espera su turno para entrar en una visita del ginecólogo (esto lo digo por lo de estar desnudo). Menos mal de la pajarita. No me imagino al ginecólogo visitando así.

La puerta se abrió inesperadamente. Ya empezaba a olvidar para que estaba allí. Su imagen me impactó muchísimo, y supongo que lo notó en una erección mas que notable.

Ella  miró a mis bajos instintos, luego a los ojos y sonrió.

Cuando entré en la habitación había abierto las cortinas de par en par. No se podía ver nada desde el exterior porque la ventana daba a una parte del hotel sin edificios. Pero entraba muchísima luz.

Vi la cama abierta y unos trozos de tela negra en cada esquina. Una venda para los ojos encima la cama. Ella, no me había fijado hasta entonces, llevaba un pequeño látigo en su mano. Muy sensual. Su conjunto le sentía de maravilla. Y sus botas de tacón, que por alguna razón tanto nos excitan a los hombres, la dotaban de ese aire de superioridad y sensualidad ante mi.

No voy a relatar todo lo que me pidió que hiciera, porque cada cual tiene su imaginación, pero pasado no mucho rato yo estaba ya al borde de la eyaculación. Entonces se subió literalmente encima mío, y me cabalgó como ella sabe hacer. Mi corrida no tardó en llenarla.

Entonces me explicó, ahora vamos a hacer la ceremonia del anillo. En ese momento me preguntó si deseaba seguir para adelante. Por supuesto dije que si. Me preguntó si la amaba, pasara lo que pasara. Contesté que si.

Me ató a cada extremo de la cama, de una manera delicada, suave pero firme. Me dio un beso muy dulce mientras me guiñaba un ojo en sentido de complicidad. Se sacó el anillo que llevaba en la mano y lo acercó a mis labios, mientras me decía:.

– Ahora vas a besar el anillo de nuestro compromiso mutuo. El anillo que dará sentido a la renovación de nuestro amor, y confirmará que aceptas nuestra relación.

– ¿Aceptas que yo sea tu mujer por el resto de nuestra vida mientras la fidelidad esté presente entre nosotros? ¿Aceptas que soy libre como tu Diosa siéndote fiel y nunca te ocultaré mis extra relaciones? Porque una infidelidad es cuando hay engaños. Yo te seré fiel porque compartiré contigo todo y lo disfrutaremos juntos. Y esa libertad mía la disfrutarás a través mío y no obtendrás placer sin ser yo el centro de tus pensamientos por el resto de tu vida. Yo acepto ser una Diosa. ¿Aceptas tu?

– Besa el anillo en prueba de tu aceptación.

Me puso el anillo en los labios y lo besé a pesar de su sabor a sexo. Entonces me lo puso en uno de mis dedos de la mano (tenemos la suerte de tener la misma talla de dedos, debe ser otra señal de que estamos hechos el uno para el otro).

– Ya soy tu Diosa por el resto de tu vida. Te amo. Ahora falta la prueba física para completar la ceremonia. Y no me hagas enfadar, me decía sonriendo mientras me enseñaba el látigo.

Me vendó los ojos. Me dijo que iba a hacer un café a la cafetería. Que volvería en 30 minutos aproximados. Se vistió muy rápida. Escuché que cogía el dinero que yo había dejado en la mesita. Me puso música con unos auriculares. Me tapó con una sábana para que no cogiera frío y salió de la habitación.

Los minutos pasaban. Por mi mente pasaban muchas ideas. No sé el tiempo exacto que estuve así. Era la primera vez en mi vida que me ataba. Era una sensación extraña, excitante, desconcertante, estimulante. En una cama extraña atado. No me sentía incómodo a pesar de estar atado porque trataba de relajarme.

La sorpresa me la llevé de repente. No había escuchado la puerta porque la música estaba en un momento álgido, pero cuando me retiró la sábana de encima del cuerpo, supongo que mi cuerpo se erizó.

Me sacó la venda. Me desató. Iba vestida muy sexy. Me dijo:

– Te he desatado porque quiero que esto lo hagas por voluntad propia y lo veas.

Se puso encima de la cama. Pude observar que no llevaba bragas. Me miraba con pasión. Su sexo estaba húmedo. Al fin y al cabo hacía poco me había corrido en el.

– ¿Quieres chupar el sexo de tu Diosa?

– Si, quiero. Respondí a modo de repuesta.

Se sentó encima de mi y fundió mis labios con los suyos vaginales. Eran húmedos. Pero sabían a las mil maravillas. Estuvimos disfrutando esta escena algún tiempo sin prisa. Poco a poco. Como sólo dos amantes saben hacer y piensan que tienen todo el tiempo del mundo.

La primera parte de la ceremonia concluyó así de dulce.

-¿Me vistes?
Esa fue su petición después de despertarnos de la siesta que disfrutamos. Así que por primer vez me dediqué a vestirla con mucho mimo y detalle. La ropa para noche la había escogido con mucha sensualidad. Poco a poco fui poniendo las prendas una a una a mi Diosa. Aquello era tan excitante como el proceso de sacarlas.

Por la noche salimos a cenar y brindamos nuevamente por nuestro amor. De allí fuimos directamente a una sala de fiestas. Teníamos ganas de marcha, de bailar, de liberarnos de tensiones, de jugar.  No lo hablamos en ese momento, pero solo nos quedaba comprobar la duda que nos había quedado a ambos respecto al anillo. Su anillo lo llevaba yo, así que ella iba libre de anillos. Faltaba saber si los hombres era verdad se fijaban en ese detalle. Habíamos estado varias veces en esa sala de fiestas y nunca ningún hombre se había acercado a ella. Hoy era la prueba final. ¿Quién llevaría razón?

Al entrar yo me dirigí al baño. Ella se dirigió a la barra donde normalmente pedimos las copas.

Yo esperaría deliberadamente unos 15 minutos viendo desde la distancia. Si yo tenía razón nadie se le acercaría. Como llevábamos móvil los dos nos podíamos enviarnos algún mensaje y hablar desde una distancia próxima. Si no se le acercara nadie yo actuaría como si no la conociera e intentaría ligar con ella. Ese sería nuestro juego de esa noche. Si alguien se le acercara ella diría que estaba esperando a su marido ( si le parece conveniente). Yo  me dedicaré a observar y disfrutar del efecto que mi Diosa causa en los hombres. Si ella lo desea me buscará con la mirada y haciéndome un gesto para que me acerque inmediatamente o a través de un mensaje.

La noche es joven. No os puedo decir como acabó la noche. Solo os puedo asegurar que ese día iniciamos una nueva relación de pareja renovada que dio un nuevo impulso a nuestra vida. La vida, a nuestra edad, te das cuenta que es efímera. Los problemas vienen solos, y tratar de disfrutar la vida y los pequeños placeres depende de nosotros mismos.
A partir de ese día tratamos de vivir la vida con más pasión. Con mi Diosa como centro de mi vida. Libre, pero siempre conmigo a su lado. Cada día la amo más por ser como es !

¿Quién lleva el anillo en el futuro? Hay de todo. La mayoría de días lo lleva ella, pero algunos días me pide que lo lleve yo. Cuando ocurre eso tengo una erección instantánea, no lo puedo evitar!

2 Respuestas a “La ceremonia del Anillo”

  1. Algún día le propondré a mi mujer que hagamos esta fantasia realidad. No sé como reaccionará pero me da mucho morbo el hecho de estar atado mientras ella se va. ¿Podrias escribir otro relato de este estilo? O quizás con ella atada.

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