La Cabaña

Siento en mi cuerpo unos leves rayos de sol calentando mi espalda, remoleneo entre las sábanas mientras te busco en ellas. Busco el calor de tu cuerpo pero sólo encuentro el frío de las sábanas, el vacío. Abro los ojos esperando encontrarte en algun rincón de la habitación, tal vez junto a la ventana, pero nadie salvo yo hay en la habitación.

Salgo de la cama con un extraña sensación. Me visto un pantalón y un jersey. Voy en dirección al baño, quizá estés allí terminando el baño que no te dejé acabar, pero nadie hay allí.

Bajo las escaleras. Huele a café recién hecho, seguramente estés en la cocina preparando un suculento desayuno. Sigo la estela del café hasta la cocina. Nuevamente, nadie.

Vuelvo al salón, has avivado el fuego de la chimenea. Te busco con la mirada y entonces te veo. Te veo a través del gran ventanal que hay junto a la puerta. Estás junto al coche, con el maletero abierto guardando el equipaje. No han pasado ni veinticuatro horas desde que llegamos y ya te estás marchando…

Presiento que sabes que te observo. Cierras el maletero y vuelves sobre tus pasos hacia la cabaña, evitando levantar la mirada.

Permanezco impasible en el centro de la sala, esperándote. Lentamente se abre la puerta, veo tu mirada triste y apagada, tan diferente de la de ayer, de la de anoche… Te acercas a mi despacio, hasta aferrarte a mi y fundirte en un abrazo. Te abrazo fuerte, sin saber el porqué se que lo necesitas. Entonces levantas la mirada buscando la mía, no dices nada, no digo nada. Nos besamos suave y pausadamente, intentando retener el tiempo que se nos escapa entre las manos.

Poco a poco nos vamos separando, sin dejar de mirarnos, pero sin hablar. Yo no digo nada, tu no dices nada. La miradas lo dicen todo.

Me aferro a tu mano derecha se aferra a la tuya intentando retenerte mientras te alejas. Apenas un susurro sale de tus labios: -Dame tiempo, necesito tiempo.

Las miradas todo lo decían, sabía que debía dejarte marchar. Y sentí como nuestras manos se iban alejando poco a poco, pero todavia rozándose sin querer dejar de tocarse.

Apenas un leve susurro pudo salir de mis labios mientras el aire se hacía presente entre las yemas de nuestros dedos que se alejaban y el vacío se hacía presente entre nuestras manos aún extendidas. Apenas un leve susurro: -Te esperaré

Dame tiempo.

Te esperaré

Y miradas que todo lo decían.

Ahora sólo espero que el tiempo no nos cambie y que no borre las huellas de lo que una vez nos unió.

Myriamluna

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