Arrodíllate !

Ella no se lo esperaba.

Casi siempre ella es la que preparaba el terreno. Se vestía para la ocasión. Preparaba los artilugios que ella había pensado usar. Pero esta vez la pillé por sorpresa.

Había preparado yo nuestra habitación con antelación.

Me había puesto unos calzoncillos de rejilla y una camiseta negra que marcaban mis pectorales. Había encendido la música y estaba lanzando Chillout Sexual. La cama recién hecha. Una barra de incienso encendida para dar ese ambiente sensual a la ocasión. El entorno era perfecto.

Cuando ella entrara en la habitación, no se esperaría la escena. Demasiadas veces le había dado la oportunidad de preparar el juego a ella. Sí. No lo niego. Me excita que sea ella quien prepare el camino. Pero aquella noche iba a ser diferente. Iba a mandar yo. El guión lo ponía yo.

Así que allí estaba. Con el látigo allí al lado discretamente. No pensaba usarlo, pero quería ver su reacción cuando lo viera.

Entró en la habitación.

– Arrodíllate. Fue lo único que le dije.

– Mmmmm. Es lo único que dijo ella mientras se posaba ante mi.

– ¿Te envía tu marido? Esta pregunta no se la esperaba, y me respondió con una sonrisa muy sensual y una respuesta muy simple después de unos segundos de silencio y tensión en el ambiente.

– Sí.

– Está bien. Me ha pedido que seas mi puta personal esta noche. Y para ello, mis putas no llevan bragas, así que ya sabes que hacer.

Se levantó poco a poco, y se bajó las bragas por debajo del vestido veraniego que llevaba.

– Dámelas y arrodíllate. Las cogí y las olfateé. Ella me miraba con ojos sensuales. Observé que le excitaba realmente que las estuviera olfateando.

– Ya casi huelen a puta.  Le dije acariciándole la barbilla, mientras cogía una botella de Cava que tenía preparada en la mesilla.

– Vamos a brindar por la puta que vas a ser a partir de ahora. Le dije mientras abría la botella y llenaba las dos copas. Le ofrecí su copa e hicimos un brindis.
Hizo un pequeño sorbo, pero le indiqué que debía acabárselo todo.

– Bien. Ahora que ya tienes los labios y la boca húmedos, ya te imaginarás lo que deseo. Estaba sentado en una butaca que había en el rincón de la habitación. Ella me agarró los calzoncillos de rejilla y me los bajó lo suficiente para dejar mi miembro erecto ante ella.

Empezó su trabajo lentamente. Lo estaba disfrutando y eso se notaba. Me estaba dando una muy buena felación mientras le acariciaba su pelo. Fui alternando la deliciosa mamada, con de vez en cuando le apartaba la cabeza y le ofrecía un poco más de Cava. Ella saboreaba ambas delicias.

Habrían pasado unos maravillosos minutos, cuando le ordené que se levantara. Quiero sentir como avanzas. Le puse mi mano por debajo del vestido, y pude comprobar que estaba húmeda, muy húmeda, chorreando.

– Bien. Noto que estás cachonda como una buena puta. Me gusta. ¿Te gusta complacerme bien para que tu marido sepa que eres una buena puta?

– Sí.

– Te mereces un regalo. Saqué un collar donde decía «Whore», que en inglés significa «puta». – Te lo voy a poner. Te quedará muy bien, y luego cuando regreses con tu marido sepa que ya lo hiciste – ¿te gusta?

– Sí. Gracias.

– Ahora tu coño mojado necesita una buena verga, ¿ verdad?

– Sí. Por favor.

Le indiqué que se pusiera apoyada en el mueble, mientras yo me coloqué detrás suyo. Había un espejo en el mueble y la puse de cara a él, para que pudiera verse con su nueva joya, mientras la embestía.

La follé fuerte. Tenía un culo precioso y unas buenas tetas que se movían por dentro del vestido.

En un momento saqué mi verga y se la puse en la entrada de su culo. Iba a empujar cuando ella giró su cabeza y me suplicó:

– No, por el culo no. Mi culo es solo para mi marido. Se lo prometí a él.

Mantuve un silencio durante unos segundos.

– Bien. Te lo respeto. Me gustan las putas con principios. Saqué la verga de su entrada prieta y la inserté de nuevo en su coño.

Dime.  – ¿Cómo le gusta a tu marido tu coño?

– Lleno de leche. Le gusta sucio. Usado.

– Bien. Te lo voy a llenar para él. Se lo vas a llevar recién lleno. Ahora me corro yo. Y luego tu marido te hará correr a ti. Así los tres felices, ¿verdad?

– Si.

No tardé más de un minuto en correrme y soltar toda mi leche en su interior.

——————–

Estaba en el sofá descansando cuando escuché a mi mujer.

– Hola. Ya estoy en casa. ¿Donde estas?

– En el salón.

Mi mujer llegó con una sonrisa diabólica de oreja a oreja. Llevaba una botella de Cava y dos copas. Me enseño su nuevo collar  y me dijo:

– Mira lo que me han regalado.

– ¿Y eso?

– Arrodíllate !

Me ordenó mientras me enseñaba bien el colgante.

Me arrodillé ante ella. Llenó las dos copas de cava y me ofreció una, al momento que decía en voz alta:

– Brindemos, ya soy tu puta oficial.

Pude dar un sorbo al cava, cuando se subió el vestido y pude ver que no llevaba bragas. Su sexo marcaba un color subido y se veía una lubricación profunda. Su olor era de sexo.

– Túmbate.

Me indicó el suelo. Así lo hice. Se puso de pié encima mío, se subió el vestido y se sentó en mi cara.

– Chúpame bien y huele el coño de una puta, y si me haces correr quizás te deje mi culo, que sabes que es únicamente para ti.

– Mmmmmm. Te amo.

– Y yo.  Más de lo que imaginas.

5 Respuestas a “Arrodíllate !”

  1. Cardiaco me he puesto. Se lo propondre a mi mujer un dia. Buen relato. Directo y corto. No se podían recibir tantas se nsaciones en tan pocas lineas. Buena imaginacion.
    Paco.

  2. No leo muchos relatos eroticos que me exciten porque en pocos me cuesta verme incluida. Pero en este me ha gustado, y excitado. Me encantaria que mi marido lo leyera y lo quisiera poner en practica. Pero no se si se atreveria a hacer la segunda parte. Jajaja.
    Gracias.
    Beatriz.

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